Tanto si tiene previsto someterse a una operación de prótesis de rodilla como si su médico le ha sugerido que empiece a pensar en hacérsela, es conveniente que conozca los detalles de la operación.
La cirugía de rodilla se suele recomendar para reducir el dolor causado por enfermedades como la artrosis. Además del dolor, es frecuente que los candidatos a la cirugía de rodilla tengan dificultades para sentarse, levantarse, caminar y subir y bajar escaleras.
Su médico también puede referirse a la operación de prótesis de rodilla como artroplastia de rodilla. En EE.UU. se realizan más de 790.000 intervenciones de este tipo al año.
Durante la operación de prótesis de rodilla, el cirujano corta el cartílago y el hueso dañados de la rótula, la tibia y el fémur. A continuación, las sustituye por articulaciones artificiales fabricadas con una combinación de plásticos, polímeros y aleaciones metálicas de alta calidad.
El proceso suele requerir una incisión de entre 15 y 25 centímetros de largo. La intervención dura unas dos horas, seguidas de una o dos horas de recuperación.
La mayoría de las personas que se someten a una operación de prótesis de rodilla se someten a una prótesis total de rodilla. Se trata de sustituir la articulación de la rodilla en ambos lados. Una artroplastia parcial sólo lo hace en un lado, lo que supone una incisión más pequeña pero unos resultados menos duraderos. Puede ser una opción si su rodilla sólo está dañada en un punto.
Los riesgos y complicaciones asociados a la cirugía de prótesis de rodilla son similares a los de otros procedimientos, incluidos coágulos sanguíneos, infección y hemorragias. También existe el riesgo de fracturas y de que el paciente no se alivie.
También existe la posibilidad de que surjan problemas con el implante o con la propia intervención. Con el tiempo, a medida que las superficies del implante se desgastan, pueden aflojarse y no funcionar tan bien. También es posible que la rodilla quede cicatrizada, lo que reduciría su movilidad tras la intervención.
